dimarts, 23 de febrer del 2010

ESCENAS FANTÉSTICAS
(Estudio preparativo para un relato gráfico)

Hace unos meses que mi madre rescató al único muñeco que conservamos de cuando yo era una niña. Como os podéis imaginar éste acontecimiento despertó en mi el típico sentimiento que nos provoca a todos al recuperar  objetos del la infancia.

Con mi peluche Fante recién salido de la lavadora empecé ha experimentar una especie de lucidez fragmentada. Escenas borrosas de mi historia con éste muñeco  elefante 100% sintético.


Fante despertó en mi sensaciones confusas que no tardé en adjudicar a ciertos momentos de mi niñez. Concretamente éste peluche está estrechamente ligado a mi experiencia sexual infantil. Sí, con él contribuí a reforzar la teoría de que el niño es un ser sexuado.
Recuerdo que la mayoría de veces que lo usaba era como transporte para mi estimulo. Fante y yo fuimos un buen ejemplo para sintetizar el momento en el que el niño toma conciencia del placer sexual. Una actitud aplaudida inicialmente y censurada más tarde.

No llego a recordar con exactitud detalles de cuando me masturbaba con 6 o 7 años, sólo distingo flashes desordenados de imágenes, pensamientos y sensaciones. La verdad es que al pensarlo me invade cierta nostalgia amarga. Regreso al secretismo nervioso, a esa intimidad perturbada repleta de placer y excitación.



Escenas Fantésticas es, de momento, el reflejo del proceso de mi memoria. Tengo claro que me gustaría construir un relato gráfico con toda ésta historia, pero mi mente aún no está preparada. No consigo unificar las ideas y el echo de ordenarlas me es ahora imposible. De momento prefiero esperar y plasmar con tranquilidad lo que vaya saliendo.


Durante éste reencuentro topé con el cómic de un gran dibujante “The Playboy” de Chester Brown. El autor nos narra con gran talento la etapa de su infancia donde empieza a estimularse sexualmente con la famosa revista pornográfica. Ésta novela gráfica me fascinó y motivó para hacer la versión en femenino.
Es admirable como el autor nos convierte en un espectador omnisciente testigo de sus peripecias más íntimas, vergonzosas y ridículas.



Creo que no es casual que me aferrara a Fante para experimentar con mi cuerpo y que no son superfluas las sensaciones que recuerdo de esos momentos. Me parece digno de remarcar que la trompa de un elefante fuera uno de los primeros símbolos fálicos que reconocí. Resulta muy cómico.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada