dissabte, 20 de març del 2010

El de la vergüenza
(otra colección probablemente inútil)

Hace un mes que recuperé la colección que inicié el verano pasado. La metodología es parecida al banco de imágenes de Al fondo a la izquierda (entrada de enero del blog).
La colección consiste en fotografiar el típico resto de comida que queda en la mesa y que por A o por B nadie se come.


Este gesto, o mejor dicho, éste “no-gesto” tan aparentemente banal despierta en mi algunas reflexiones.

Creo que el  sentido de la suma de éstas imágenes reside en analizar el porque de ésta costumbre (una de tantas paradojas occidentales). Y no se trata simplemente de la vergüenza (que por cierto es una actitud que me gustaría disertar algún día).
Lo que más me atrae de la experiencia de El de la vergüenza es el instante de la “no-acción”. Esa sensación de incomodidad que produce hacer algo políticamente correcto y que resulta ser una especie de “auto-represión”. Lo considero una buena prueba de lo relativa que es la Educación.
Personalmente me pone muy nerviosa, siento (en pequeñas dosis) una mezcla de angustia, presión y expectación. Supongo que cada uno experimenta sensaciones diferentes. ¿Tal vez sea yo la única que a veces siente esa especie de ansia? Creo que no, seria preocupante.

Pienso que el origen de todas esas sensaciones es un minúsculo desecho lleno de simbolismo y me río de mi misma y de los otros. Y desde una visión más amplia ¿Qué coño hago yo haciéndome “pajas mentales” con un trocito de comida que acabará en la basura? Así contribuyo a ignorar las miles de muertes por hambruna que hay cada día ¿Será que a parte de coleccionar también estoy empezando a despertar mi humanidad?




Es una pena que actualmente haya adoptado una rutina poco social. Eso me impide capturar imágenes para mis colecciones. Creo que tardaré en acumular la cantidad suficiente de imágenes como para poder hacer algo con ellas. Pero no tengo prisa, el simple proceso de “coleccionar” me satisface bastante. La cultura de archivo es fascinante, digna de valorar.
Yo nunca he sido de coleccionar cosas y no se muy bien porque últimamente he decidido hacerlo. Mirándolo desde fuera mis colecciones son estéticamente “feas” (algunas imágenes de El de la vergüenza las considero realmente de mal gusto), las dos tienen ese componente de inmediatez  y las dos son lentas e inacabables, por no decir eternas. En fin, que ni definiéndolo llego a sintetizar el verdadero sentido de todo esto.


Doy las gracias a amigos y familiares que están contribuyendo a que mis colecciones empiecen a ser un poco “colectivas” (ya sabéis, si algún día os fiáis en el de la vergüenza o en una quemada de cigarro y encima pensáis en mi a la vez hacerle una foto con el móvil y me la mandáis).
El echo de que algunas personas hayan pensado en mis colecciones por voluntad propia me obligó a reflexionar sobre todo ese rollo posmoderno de la autoría y el colectivismo (si nos pusiéramos repelentes tendríamos discusión para rato). Me motiva pensar que ésta especie de “pulsión de archivo” colectiva da nuevos sentidos a mis colecciones y nace una nueva metodología inusual en mi. Ya estoy harta de tanto individualismo por mi parte, “matando a la autora” en mis colecciones doy un respiro a mis otras “creaciones” más introspectivas. Tanto ego agobia.